Los alcatraces son aves excepcionales, grandes, majestuosas, con una cara y un pico de extrema belleza. Viven casi siempre sobre mar. Esto hace que sean poco conocidos y mucho menos que tegamos sus huellas.
Los alcatraces se sumergen en el agua cayendo verticalmente a velocidades de incluso 100 km/h y su estructura corporal está adaptada a este hecho. Carecen de agujeros externos de la nariz y tienen agujeros nasales secundarios que pueden cerrar cuando están dentro del agua. Las aberturas de los oídos son muy pequeñas, están cubiertas de plumas y pueden cerrarse también con un sistema similar al de las fosas nasales. El esternón es muy fuerte y tan largo que puede proteger las entrañas del golpe contra el agua.
Los pulmones, muy desarrollados, tienen también probablemente la función de reducir las consecuencias del impacto contra la superficie y de proteger el cuerpo. En la parte inferior del cuerpo y en los lados hay sacos aéreos subcutáneos. Otros sacos aéreos se encuentran entre el esternón y los músculos pectorales y entre las costillas y los músculos. Estos sacos están conectados con los pulmones y se llenan de aire cuando el ave inspira. El aire puede ser expulsado con contracciones musculares.
Tienen una capa de grasa subcutánea que los ayuda a soportar las temperaturas bajas, a lo que ayuda además un plumón muy denso y el solapamiento muy apretado de las plumas. La reducción de la circulación sanguínea en las membranas natatorias fuera de la época de cría les ayuda también a conservar la temperatura mientras nadan.
Su musculatura voladora está, sin embargo, relativamente poco desarrollada: mientras que en las otras aves esta representa alrededor de un 20 % del peso total, en los alcatraces no supera el 13%. La consecuencia de esto es que los alcatraces precisan un calentamiento previo para poder comenzar a volar. Además caminan con dificultad, por lo que no pueden echar a volar desde un lugar llano. Como los albatros, aprovechan mientras vuelan el viento producido por la parte anterior de las olas. Solo se ven tierra adentro cuando son desplazados por las tormentas.
En el agua se posan con una sumergida plana. Pocas veces lo hacen extendiendo las patas hacia adelante, como los pelícanos o los cormoranes. En el agua mantienen el cuerpo bastante hundido y, en general, la cola erguida diagonalmente hacia arriba. Se posan con dificultad en tierra y el intento puede acabar con un choque, ya que sus alas estrechas no permiten buenas maniobras de giro, para las que se ayudan con las patas y la cola. Las heridas en los pies y patas cuando se posan en el suelo son relativamente frecuentes si no hay vientos adecuados Las alas rotas o dañadas serían una causa de muerte frecuente entre los adultos. La posición retrasada de las patas en el cuerpo les da un andar semejante al de los patos.
Cuando avistan un pez, se dejan caer en picado. Estirando las patas, abriendo las membranas natatorias y con movimientos de las alas dirigen la caída. Justo antes de batir contra el agua, pliegan las alas contra el cuerpo. La cabeza y el cuello entran en el mar bien estiradas, y el pico cerrado. La velocidad en ese momento es de unos 100 km/h. Pasan de promedio entre 5 y 7 segundos en el agua, aunque algunas aves pueden llegar a los 20 segundos.
Habitualmente sumergen la presa escogida y la capturan en el camino hacia la superficie. . Las bolsas de aire subcutáneas les facilitan la salida rápida a la superficie.
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